Pubicado el : 26/04/2017 10:06:37
Categorias : Prensa
Con poco más de 21 años, Gino Tubaro se ha convertido en inventor autodidacta, emprendedor multipremiado y alma solidaria , al punto que el propio expresidente Barack Obama lo reconoció en su última visita a la Argentina por distribuir en forma gratuita más de 500 prótesis para manos y brazos hechas íntegramente con impresoras 3D. Tubaro es hijo de la educación pública argentina, pero lo es también de Marta, una luchadora que apenas gana lo suficiente para vivir con un trabajo en un locutorio y nunca dejó de acompañarlo.
Gino repite números de autobuses como si se tratase de su propio código genético. El 42, el 118, el 70. Son las líneas en las que viajó durante horas –en ocasiones solo, en otras con su mamá- para formarse como inventor, un oficio muy difícil de desarrollar en Argentina, donde casi no existe un mercado de capitales que facilite la financiación de proyectos. “Nací en Pompeya y en mi barrio hay chicos que ni siquiera podían hacer la escuela tradicional, pero mi vieja se rompió el lomo para que yo pueda estudiar”, dice el joven a EL PAÍS en Atomic Lab, como llamó al taller que armó cerca de su casa y al que viaja cada día en patineta. Allí concreta el sueño de cientos de niños y niñas que hoy cuentan con una prótesis que les permite escribir, jugar, peinarse o tocar la trompeta. “No me gustó como quedaron las que imitaban el color de la piel, entonces decidimos hacerlas con los colores de los superhéroes y que cada chico elija su preferido”, cuenta.
En 2014 entregó la primera mano, cuando todavía no había terminado el secundario; hoy tiene más de 3.500 pedidos. El joven inventor liberó los planos para que cualquiera puediese imprimir su prótesis y el diseño ya tuvo más de 1.000 descargas. “Yo solo no lo puedo cumplir, lo que estoy haciendo es automatizando los pedidos como para poder llegar a entregar 1.000 más”, explica. Hace tres años, Tubaro fue seleccionado como uno de los 10 jóvenes más sobresalientes en Argentina por parte de JCI TOYP, un programa internacional que destaca a personas de entre 18 y 40 años por su excelencia en sus campos de trabajo, por sus logros personales, por su labor comunitaria y aporte a la sociedad. Pero su historia comenzó mucho antes.
"Agarrar algo era como un sueño"
Karina Misue es mamá de Kaori Iris, una niña de siete años que recibió una de las manos con los colores de Frozen, el film de Disney. La pequeña sufre una patología congénita que se ensañó con su mano izquierda. “Es bastante alegre y abierta y no sé si lo sufrió tanto porque de chiquita siempre le hice hacer de todo”, cuenta la mujer, que contactó a Gino en diciembre del año pasado, tras la visita de Obama a Argentina. Enseguida la contactaron y el 18 de febrero las invitaron al Manotón y por sorpresa, les entregaron la mano para la pequeña Kaori. “Eran todos chicos con la misma condición. Te partía el alma verlos pero fuimos fuertes” relata Karina. “La calidad de vida a mi hija le cambio, primero, psicológicamente y luego en forma práctica, desde que nos entregaron la mano. Agarrar algo era como un sueño, aunque ella tenía un pequeño pulgar que le permitía hacer algo de pinza”, dice la mujer, y concluye: “Le cuesta salir con eso porque llama la atención. Hace tres semanas salimos con la mano a una plaza llena de chicos. Fue muy loco porque al principio tuvo vergüenza pero después se acostumbró. Unos chicos venían y le decían ‘wow, eso es para jugar en el arenero como si fuese una pala mecánica’. Le enseñé a pelar huevo duro porque yo soy repostera. Ella quería ayudarme y ese fue el mejor entrenamiento que encontramos”.
“A los 16 años armé mi primera impresora 3D”, cuenta Gino, quien hizo la educación primaria en el Instituto Bernasconi, una escuela pública modelo de la zona sur de la Ciudad de Buenos Aires. Pero no fue su primer invento. Con una botella y cuatro frascos armó un almacenador de canicas; con un sifón de soda al que le cortó la base, aprovechó el mecanismo para hacer un trompo. También desarmó un parlante de un minicomponente y con el imán, un cartón y un hilo fabricó un recolector de basura de metal que no necesitaba de la electricidad. Hizo un transformador de energía que con una estaca en la tierra capturaba distintas ondas y lo transformaba en energía y un instrumento musical para ciegos al que llamó “Sound Cube”, semejante al Theremin pero de menor tamaño y mucho menor costo.
“En la escuela siempre me junté con pibes más grandes, aunque de vez en cuando me decían ‘bochito’ (el friki en Argentina)”, relata al ser consultado sobre si fue víctima de bullying por su afición al conocimiento, “Mientras más me decían ‘bochito’ era mejor porque mientras yo hacía esto, el que me cargaba intentaba sacarse un 7 en matemática y yo ya no tenía ese tipo de problemas”.
Entonces, llegó la beca para estudiar en la escuela ORT, ganó un premio de la Organización Internacional de la Propiedad Intelectual (ONU) y llegó a protagonizar una charla TEDx.
Hoy Gino Tubaro estudia ingeniería electrónica, está al frente de su propia empresa y tiene responsabilidades similares a la de un ser adulto: “Tengo la responsabilidad de una persona grande aunque no tengo un pibe. Quiero convertir a mi proyecto en el Uber de las prótesis y seguir creando otros proyectos”. La mano que el necesita para seguir dando manos a los demás se las da un puñado de empresas (la aerolínea United, la tienda Sodimac, Microsoft y History Channel). Sin embargo, cuenta con un montón de superhéroes que lo empujan a concretar sueños.
FUENTE: http://internacional.elpais.com/internacional/2017/04/11/argentina/1491929616_757606.html
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